sábado, 12 de marzo de 2011

TALLER PADRES:la paciéncia, la impaciéncia

ESCOLETA ES PONTET
LA PACIENCIA
¿Qué es la paciencia? Es la capacidad de padecer o soportar algo
sin alterarse, la capacidad para hacer cosas pesadas, la facultad de
saber esperar cuando algo se desea mucho.
Siempre se dice que la paciencia es una virtud, no nacemos con
ella incorporada y de hecho, muchos adultos siguen luchando con ella
cada día. Los niños van aprendiendo a ser pacientes en la medida en la
que van creciendo, por tanto, no se puede esperar que el niño sea
paciente de la noche a la mañana.
El niño entre los 0 y los 6 años actúa según sus impulsos y
deseos inmediatos; no sabe esperar (o le cuesta muchísimo) y menos
todavía,
tener
paciencia.
Quiere
ser
atendido
y
complacido
inmediatamente, sin que exista un tiempo entre su demanda
y la
respuesta que él quiere y espera.
En la medida que los procesos psíquicos, como son el lenguaje,
la memoria o el pensamiento, se van desarrollando, el adulto puede
empezar a trabajar con el niño el autocontrol y la regulación de las
conductas.
Con las demandas de los adultos y con el aprendizaje paulatino y
consecuente de que no siempre existe una retribución o premio
inmediatos, que no todo está basado en el deseo, el niño irá
aprendiendo paciencia.
Aun así, hay que tener en cuenta que incluso en las etapas más
tardías de la primera infancia, la paciencia cede cuando se le
presentan estímulos fuertes y más atractivos que hacen que el niño
retroceda y nos vuelva a parecer un malcriado. No podemos pensar
así, lo que ocurre es que la maduración no está del todo asentada y de
ahí que haya idas y venidas.
La paciencia está muy relacionada con la tolerancia a la
frustración. Cuando un niño reclama de inmediato, no es capaz de
reintentar las cosas, grita en seguida... decimos que tiene baja
tolerancia a la frustración. Al igual que con la paciencia, a los niños se
les debe enseñar a tolerar la frustración.
De una manera muy general, podemos decir que un método
eficaz para enseñar a tolerar la frustración y para que los niños sean
más pacientes es teniendo claros los límites que se establecen en casa
y que estos sean coherente, consistentes y que se prolonguen en el
tiempo.
De todas formas, vamos a intentar dar unas pautas muy sencillas
y más concretas para que os ayuden a la hora de intentar inculcar la
paciencia en vuestros hijos:
-Intentad establecer rutinas y horarios con vuestros hijos. Esto
no significa que todo se tenga que hacer de una manera concreta
siempre y que no haya excepciones. Es bueno ser flexibles pero aun
así, si el niño conoce sus rutinas es más probable que no pida las cosas
a destiempo. Por ejemplo: si el niño tiene por costumbre que se le lea
un cuento a la hora de dormir, lo más seguro es que no lo pida a la
hora de la cena.
-No anticipar en exceso lo que se va a hacer. Cuando los
niños no tienen claro el significado de los distintos períodos de tiempo,
es inútil que les digáis que vais a hacer en un plazo largo. Sí que
adelantarles ciertas tareas como a qué se va a jugar después de la
siesta o después de comer o que después de ducharse, se van a cenar,
está bien. Sin embargo, es inútil explicarles qué se va a hacer en 4 o 5
días porque es un período excesivamente largo para ellos. La
consecuencia lógica en este caso, es tener al niño preguntando todo
ese tiempo cuánto queda para hacer lo que le hayáis dicho.
-No les sometáis a esperas largas. Con esto nos referimos a
las actividades que se puedan hacer en casa y que estén bajo vuestro
control. A veces, no se puede hacer nada más que esperar el tiempo
que haga falta, por ejemplo e el médico; en estos casos, hay que
intentar que la espera sea lo menos aburrida posible, utilizando la
imaginación: jugando a algo, leyendo un cuento...
-No premiar la impaciencia. El resultado de no obtener lo que
quieren en ese mismo instante, se traduce en muchos niños a un
berrinche o una rabieta. Hay momentos, que sin daros cuenta, los
padres respondéis ante eso dándoles lo que os pedían, por no oírlos.
En
este
caso,
estaríais
premiando
la
impaciencia
y
es
contraproducente si lo que se quiere conseguir es todo lo contrario.
-Ser modelo de paciencia. Vivimos en una sociedad que nos
hace muchas veces ir a tope, estar estresados y nos reduce la
paciencia. Cuidarnos, practicar nuestra paciencia y demostrar a los
niños que se puede vivir siendo pacientes, es uno de los mejores
aprendizajes que se les puede dar. En ocasiones, son cosas tan tontas
como que nos dejamos seducir por todo lo que sale nuevo, ya sea
tecnología, o un libro que hemos visto, o el juguete que anuncian en la
televisión... y lo tenemos ya, sin espera.
-No perder la paciencia. No se trata únicamente de ser modelo
de paciencia, sino de intentar no perderla cuando estáis con vuestros
hijos. A menudo son los padres y madres los que no pueden más y
pierden la paciencia y tiran por la borda todo el trabajo previo que se
ha hecho. Por esta razón es tan importante tener claros las normas y
límites que ponemos en casa y hacerlas cumplir y mantenerse firme;
esto permite estar sereno cuando los niños intentan romperlas sin
permitir que ellos se salgan con la suya.
Hay que ser pacientes con lo hijos mientras ellos aprenden a ser
pacientes.

1 comentario:

  1. Sin duda hermosa reflexión!
    La paciencia es un ejercicio de amor, fe y humildad que hace crecer a las personas.

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